ENTROPÍA
Como si dejara la muerte su afán absoluto
sobre la mesilla de noche y se ofreciera humilde:
“Aquí tienes mi frialdad desnuda.
En ausencia de luz puedes usarla.
Prometo marcharme por la mañana”
Así llegabas tú los sábados de diciembre,
con un descanse en paz sobre los labios
y el teléfono en modo silencio,
a mi continuo desorden con tus pies vegetales
flotando sobre esta aridez de casa,
con la imposible discreción de un par de flores
que fueran a crecer en medio de la playa.
**Fotografía: Jardines de Luxemburgo, París.
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