¿Cómo es posible en pleno siglo veintiuno
-como dicen,
que sueñe cada noche con tus besos,
que sueñes cada noche con mis besos,
y carestía de labios me despierte
sin un triste lóbulo de tu oreja
que llevarme a la boca?
Epidemia de centímetros de aire
condena a la escisión a una epidermis,
y entre los tabiques nos increpan a gritos
las sombras que habrían de vestir
nuestro cuerpo compartido,
las falanges sometidas a metódica vigilancia,
unos ojos esperando el tercer grado penitenciario,
el primer segundo de omisión de ropa,
la profundidad justa de un ombligo.
Y al final tanta vacuna para nada,
tanto chaleco salvavidas para nada,
tanta letra torpemente concentrada
para taponar este ruido huérfano de gemidos…
Y tanta casa.
Tanta, tanta casa
para nadie.
**Fotografía: Sin título, de ODiN: https://www.flickr.com/photos/dskciado/