También hacerse daño,
vomitar dolor bajo la cama,
y también acuchillarse
y abrirse hueco a tiros en el estómago.
Y mentirse, también,
y comer cristales rotos,
y los daños colaterales del verbo “ser” conjugado,
y los efectos secundarios del deseo
desde dentro
implosionan
duelen.
Aun queriendo querer,
haber querido
inhabilita.
También rotos mal zurcidos,
noches en blanco,
y también siempre equivocarse
y perderse, también.
Y huir. Siempre huir.
Y estrellarse contra todo,
como conductores kamikaces,
como suicidas por contrato
con baño sociópata de domingo por la tarde.
Pero también volver cansado,
también besar una nuca limpia,
y pedir perdón,
también,
y derramarse encima de una alfombra
de piel tersa,
y dormir tranquilo, también,
como si todo lo de afuera
fuera madre.
Y al final tampoco separados
todavía juntos
también sin ti
al fin del mundo.
También. Una maravilla Rodri.
¡Más, más!
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